Tratamiento Psicológico
Nuestro trabajo, consiste en ayudar a comprender lo que está ocurriendo, colaborando en todo momento con el paciente con el objetivo de superar las dificultades, afrontar y solucionar conflictos que suceden a lo largo de la vida, a darse cuenta de dónde proviene su malestar y aprender a saber cómo manejarse mediante sus propios y nuevos recursos personales.

El primer paso será evaluar y comprender las circunstancias que están provocando las dificultades personales y el malestar que motivan el inicio de la terapia: cambios de estado de ánimo y el carácter, confusión, ansiedad, depresión, etc.

Una vez acabada la primera fase, se educará para aportar los recursos suficientes para solucionar problemas y generar nuevas experiencias que consigan los objetivos iniciales. Se trata de ayudar a mejorar la autoestima, dar una solución eficaz a problemas tanto a nivel personal como en la relación con los otros y poder manejarnos en el día a día.

Una cierta predisposición al cambio y colaboración con el profesional son el ingrediente fundamental para lograr los cambios deseados en nuestra vida. La terapia individual es un apoyo, acompañamiento y escucha para ayudar a salir de ciertas situaciones.

Trastornos que tratamos:

Los trastornos depresivos son los más frecuentes como motivo de consulta. Puede aparecer a cualquier edad, aunque hay mayor probabilidad de aparición durante la preadolescencia, y las personas entre 18-29 años son las que más lo sufren. Y la diferencia entre sexos también existe ya que las mujeres tienen tasas de prevalencia más altas que los hombres.

Los episodios depresivos afectan al funcionamiento cognitivo, afectivo y conductual. El síntoma principal es el estado de ánimo deprimido la mayor parte del dia. Una tristeza, apatía, desgana y los ánimos “por los suelos” (como suele ser definido por los que lo padecen). Otros dos síntomas característicos de la depresión es la pérdida del interés y/o del placer. Y además suele haber disminución de peso, insomnio, sensación de fatiga, sentimientos de inutilidad o culpabilidad, etc.

Desde la terapia cognitivo-conductual se aplican diferentes técnicas efectivas tanto a corto como a largo plazo (al contrario de la medicación que suele ser solo efectiva a corto plazo). Este tipo de terapia es el que más evidencia científica y mejores resultados muestra. Porque un problema supone cambios en la persona y aprender habilidades de las que se carecen y pueden ser las causas del trastorno. Durante la intervención estructurada y educativa se pretende una modificación de actitudes desadaptativas, cambios necesarios en cada caso en los modos habituales de pensar, expresarse, relacionarse, valorarse, evaluar y resolver problemas, entre otros.

Un trastorno bipolar se caracteriza por tener un episodio maniaco (estado de ánimo eufórico) y un episodio depresivo.

Durante los episodios maníacos, los pacientes no suelen percibir que están enfermos ni reconocer que necesitan tratamiento. Suelen cambiar su forma de vestir, de maquillarse o la apariencia personal e incluso llegar a ser agresivos o con conducta antisocial. Después de estar al menos una semana con estos síntomas, suelen pasar al episodio de depresión mayor (según el tipo de trastorno bipolar).

Este tipo de trastorno necesita una medicación de base y muy regulada. Además el papel del psicólogo es muy importante en este caso tanto para el paciente como para la familia.

Los trastornos de ansiedad son también muy comunes entre la sociedad. La ansiedad la podemos experimentar todos, ya que es un mecanismo de nuestro cuerpo que se activa ante situaciones peligrosas o amenazantes para ponernos a salvo. Pero muchas veces este mecanismo lo activamos ante situaciones que no son realmente peligrosas ni amenazantes, entonces es cuando hablamos de ansiedad patológica, que es la que nos impide el bienestar e interfiere en nuestra vida cotidiana.

Los síntomas característicos de la ansiedad son muy variados y pueden clasificarse en diferentes grupos:

  • Síntomas físicos: taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, alteraciones en la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, sensación de mareo e inestabilidad, etc.
  • Síntomas psicológicos: inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de extrañeza, temor a perder el control, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones, etc.
  • Síntomas conductuales: estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, dificultad para estarse quieto, etc.
  • Síntomas cognitivos o intelectuales: dificultad de atención, concentración y memoria, aumento de despistes y descuidos, preocupación excesiva, rumiación, pensamientos distorsionados e inoportunos, sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, etc.
  • Síntomas sociales: irritabilidad, dificultades para iniciar o mantener una conversación, verborrea, quedarse en blanco, etc.

Dentro de los trastornos de ansiedad hay que saber diferenciar entre distintos tipos de trastornos ya que depende del objeto o situación que induce miedo o ansiedad hablaremos de uno u otro trastorno:

  • Trastorno de pánico: miedo intenso o malestar intenso que alcanza su máximo en cuestión de minutos. Y normalmente las personas con ataques de pánico se preocupan por las implicaciones o consecuencias que éstos pueden tener sobre sus vidas. Un trastorno de pánico puede cursar con agorafobia (cuando experimenta una respuesta elevada de ansiedad cuando se expone o anticipa que se va a exponer a situaciones en las en caso de sufrir un ataque de pánico o crisis de angustia, o amago de la misma, no va a poder recibir la ayuda médica o apoyo emocional necesario para controlar o soportar los síntomas) y sin agorafobia.
  • Fobias específicas: donde el objeto o situación que crea el miedo o la ansiedad es algo concreto (sangre, situaciones sociales, animales, tormentas, etc.)
  • Trastorno de estrés postraumático: es el desarrollo de síntomas específicos tras la exposición a uno o más eventos traumáticos. Estos síntomas puede ser ansiedad, miedo, impotencia, etc.
  • Trastorno obsesivo compulsivo: presencia de obsesiones (pensamientos repetitivos y persistentes) y compulsiones (conductas o actos mentales repetitivos). La persona afectada no puede controlar los pensamientos y se ve impulsada a realizar las conductas y actos a causa de las obsesiones.
  • Hipocondría: es un trastorno de ansiedad por miedo a tener o contraer una enfermedad. Se caracteriza por tener preocupaciones excesivas sobre la salud o la enfermedad dudando siempre de si se padece alguna enfermedad, incluso cuando las pruebas médicas lo niegan e incluso cuando los síntomas son de leve intensidad.
  • Trastorno de ansiedad generalizada: es la más común, y es una ansiedad y preocupación excesivas acerca de una serie de acontecimientos o actividades. A la persona le resulta difícil controlar la preocupación y afecta a la atención, haciendo que esté continuamente preocupada acerca de las responsabilidades, las finanzas, la salud, el trabajo, etc.

Las adicciones son uno de los trastornos más socialmente conocidos. Desde hace uno años hasta ahora ha sido una problemática social, política, familiar, legal… donde ha sido, es y será muy difícil de llegar a controlar.

Cuando se habla de adicciones en general, los profesionales nos solemos referir a adicciones con sustancias (consumo y adicción de medicación, alcohol, tabaco y/o demás drogas) y a adicciones sin sustancia (adicción al juego, tv, móvil, internet, etc.).

Actualmente ha cambiado mucho el tipo de adicciones, siendo mayores demandadas de tratamiento las segundas, adicciones sin sustancias. E incluso, en el ámbito de la prevención también es algo que se esta tratando en centros educativos.

Los trastornos adictivos son trastornos muy difíciles de tratar y necesita la involucración y participación total de la persona e incluso de los familiares, que aunque están en un segundo plano suelen sufrir las consecuencias negativas.

Las adicciones son uno de los trastornos más socialmente conocidos. Desde hace uno años hasta ahora ha sido una problemática social, política, familiar, legal… donde ha sido, es y será muy difícil de llegar a controlar.

Cuando se habla de adicciones en general, los profesionales nos solemos referir a adicciones con sustancias (consumo y adicción de medicación, alcohol, tabaco y/o demás drogas) y a adicciones sin sustancia (adicción al juego, tv, móvil, internet, etc.).

Actualmente ha cambiado mucho el tipo de adicciones, siendo mayores demandadas de tratamiento las segundas, adicciones sin sustancias. E incluso, en el ámbito de la prevención también es algo que se esta tratando en centros educativos.

Los trastornos adictivos son trastornos muy difíciles de tratar y necesita la involucración y participación total de la persona e incluso de los familiares, que aunque están en un segundo plano suelen sufrir las consecuencias negativas.

Todas las parejas tienen su modo de vida, sus creencias, sus normas pero cuando las cosas comienzan a ir mal, las soluciones son más complicadas. No pretendemos tener un modelo estándar de pareja pero sí unas condiciones de pareja aceptables para ambos miembros, en el que se negocie y ambas partes salgan ganando.

Cada vez más las parejas se plantean buscar una ayuda profesional para solucionar los problemas que les afectan y/o adquirir herramientas y habilidades que mejoren el vínculo establecido. Psique, centro de psicología, y desde la terapia cognitivo conductual, ayuda a parejas a: mejorar su clima emocional, solucionar problemas, solucionar malentendidos, mediar y negociar entre la pareja, mejorar la comunicación y otros.

La autoestima es una palabra que utilizamos mucho pero sin saber exactamente qué es y mucho menos como mejorarla. Junto con la falta de habilidades sociales y asertividad es otro de los problemas que están a la base de mucho de los trastornos.

La autoestima es la evaluación que haces de ti mismo/a. Por lo tanto, cuando hablamos de baja autoestima hablamos de una evaluación negativa de la persona hacia ella misma, autocríticas, sentimientos de inferioridad y poca satisfacción con ella misma y con sus objetivos logrados.

La terapia cognitiva-conductual es la más acertada para conseguir una buena autoestima. En primer lugar porque se trabaja el lado cognitivo de la autoestima que tiene que ver con la autocrítica. Este es uno de los síntomas principales de la baja autoestima, y afecta a nuestra forma de interpretar las situaciones y de interpretarnos/evaluarnos a nosotros mismos, por lo que una reestructuración del pensamiento es fundamental para superar este problema. Y por otro lado tenemos el tratamiento a nivel conductual con el que se consiguen resultados excelentes, y aquí nos referimos a un buen entrenamiento en habilidades sociales, que es otro de los puntos clave para fomentar una buena autoestima.

Las habilidades sociales son las capacidades de las personas para desenvolverse en el ámbito social. Teniendo en cuenta que las personas desarrollamos una relación constante con otras personas serían, dichas habilidades, básicas para nuestra adaptación, autoestima y satisfacción personal.

Estas habilidades no son innatas, es decir las vamos aprendiendo a través de la escuela, familia y experiencias, y algunas personas no han podido aprender un modo adecuado de relacionarse o comunicarse por lo que se ve afectada su salud psicológica, social, autoestima, etc, experimentando aislamientos social, rechazo y baja autoestima.

Cuando hablamos de una persona socialmente habilidosa hablamos de una persona asertiva. Una persona asertiva es aquella que respeta sus propios derechos, respetando al mismo tiempo los derechos de los demás. Este tipo de personas se caracterizan por tener buena autoestima, autoeficacia, autoafirmación, resolver los problemas…

Desde Psique centro de psicología consideramos este tema la base de una buena salud (a todos los niveles)

Problemas en el autocontrol del comportamiento y las emociones, continuamente se caracteriza por un desequilibrio en el comportamiento y las emociones de la persona. Normalmente se inician en la infancia o en la adolescencia y las causas pueden ser diversas.

Las características comunes son enfados, irritabilidad, actitudes vengativas y desafiantes y discusiones. Siendo personas muy impulsivas y respondiendo así ante la más pequeña provocación.

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es el trastorno neurobiológio más frecuente en la infancia, afectando aproximadamente al 5% de la población infantil-juvenil, lo que equivale a uno o dos niños por aula.

Este trastorno puede ocasionar serios problemas en el desarrollo de una persona, entre ellos, una disminución del rendimiento académico, dificultades en la adaptación social y serios desajustes emocionales. Provoca en el niño las siguientes conductas:

  • Hiperactividad: presenta un nivel superior e inapropiado de actividad dada su edad.
  • Impulsividad: le cuesta controlar sus conductas, emociones y pensamientos.
  • Inatención: tiene una gran dificultad para prestar atención y concentrarse.

Estos síntomas no siempre están presentes conjuntamente, sino que existen distintos subtipos de TDAH, según los síntomas predominantes: “Hiperactivo-Impulsivo”, “Inatento” y “Combinado”.

Por otro lado, pueden dar lugar a una serie de trastornos asociados (Trastorno Negativista Desafiante, Trastornos de Conducta o Síntomas Depresivos, entre otros). Por ello la necesidad de una evaluación e intervención tempranas.

El Síndrome de Asperger es un trastorno severo del desarrollo que conlleva una alteración nurobiológicamente determinada en el procesamiento de la información. Las personas afectadas presentan un estilo cognitivo particular y frecuentemente, habilidades especiales en áreas restringidas.

Es un trastorno muy frecuente (de 3 a 7 por cada 1.000 nacidos), poco conocido entre la población general. Se encuentra encuadrado en los TEA o Trastornos del Espectro Autista, aunque por sus competencias intelectuales y lingüísticas se mantiene como una entidad diferenciada del autismo clásico.

Este síndrome se manifiesta de diferente forma en cada individuo pero todos tienen en común:

  • Dificultades para la interacción social, especialmente con personas de su misma edad.
  • Alteraciones de los patrones de comunicación no-verbal.
  • Intereses restringidos.
  • Inflexibilidad cognitiva y comportamental.
  • Dificultades para la abstracción de conceptos.
  • Interpretación literal del lenguaje.
  • Dificultades en las funciones ejecutivas y de planificación.
  • Dificultades en la interpretación de las emociones ajenas y propias.

Por tanto, supone una discapacidad para entender el mundo de lo social, dando lugar a comportamientos sociales inadecuados, proporcionándoles a ellos y a sus familiares problemas en todos los ámbitos.

Mejoramos tu calidad de vida, te enseñamos a pensar.